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La Red Neuronal

¿Llevaríamos las bolsas de desperdicios a un templo sagrado? Seguramente, no. Sin embargo, nuestra cultura, que nos provee la programación que recibimos desde el primer momento de vida, tiene varios “virus” o mentiras, que contaminan nuestra mente.
Podríamos pensar la palabra emoción como e-moción = energía en movimiento.
Las emociones son originadas en nuestro cuerpo por aquellos pensamientos en los cuales creemos. Si creemos en una mentira, se producirá en nosotros una acumulación de elementos energéticos tóxicos y sobrevendrán disfunciones y falta de vitalidad. Es fundamental considerar a los pensamientos como herramientas invalorables que nos pueden ayudar en nuestra experiencia de vida. El hecho de que no los podamos ver, sopesar o medir no disminuye su importancia. La mente racional –con todos sus pensamientos y sus opiniones sobre nosotros mismos y sobre la vida en general– tiene el poder de mover poderosas energías en nosotros. La mente racional es una creación milagrosa y merece ser tratada como tal.

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La mente está continuamente disparando sensaciones y sentimientos en nuestro cuerpo. Nuestra manera de pensar condiciona nuestras sensaciones y, por ende, nuestro campo de energía en el que estamos. El campo energético es muy dinámico y experimenta permanentes cambios que, la mayoría de las veces, empiezan con nuestros pensamientos.

El escritor y poeta Percy Bysshe Shelley (1792-1822) escribió en su Defensa de la poesía, “Todas las cosas existen como se perciben, por lo menos en lo referente al perceptor.”

Exponiendo el sistema de creencias

¿Llevaríamos las bolsas de desperdicios a un templo sagrado? Seguramente, no. Sin embargo, nuestra cultura, que nos provee la programación que recibimos desde el primer momento de vida, tiene varios “virus” o mentiras, que contaminan nuestra mente.
Podríamos pensar la palabra emoción como e-moción = energía en movimiento.
Las emociones son originadas en nuestro cuerpo por aquellos pensamientos en los cuales creemos. Si creemos en una mentira, se producirá en nosotros una acumulación de elementos energéticos tóxicos y sobrevendrán disfunciones y falta de vitalidad. Es fundamental considerar a los pensamientos como herramientas invalorables que nos pueden ayudar en nuestra experiencia de vida. El hecho de que no los podamos ver, sopesar o medir no disminuye su importancia. La mente racional –con todos sus pensamientos y sus opiniones sobre nosotros mismos y sobre la vida en general– tiene el poder de mover poderosas energías en nosotros. La mente racional es una creación milagrosa y merece ser tratada como tal.

La mente está continuamente disparando sensaciones y sentimientos en nuestro cuerpo. Nuestra manera de pensar condiciona nuestras sensaciones y, por ende, nuestro campo de energía en el que estamos. El campo energético es muy dinámico y experimenta permanentes cambios que, la mayoría de las veces, empiezan con nuestros pensamientos.
El escritor y poeta Percy Bysshe Shelley (1792-1822) escribió en su Defensa de la poesía, “Todas las cosas existen como se perciben, por lo menos en lo referente al perceptor.”

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En realidad, los neurotransmisores actúan como mensajeros eléctrico-químicos que las neuronas “usan” para comunicarse unas con otras.

Así, un simple pensamiento puede disparar enormes cantidades de neurotransmisores. Cuando una neurona envía sus neurotransmisores a las otras neuronas con las que está conectada, se genera una experiencia interna en forma de sensaciones y emociones, y la relación entre esas neuronas crea lo que llamamos cadena neuronal.

En síntesis, cuando un pensamiento se presenta, la red neuronal se activa y sucede internamente una experiencia en forma de emoción o de sensación.

Pero, si el mismo estímulo, con la misma calidad de info-energía, es enviado una y otra vez, las cadenas neuronales desarrollan una relación muy cercana e íntima que se mantiene a través del tiempo. Las dendritas y el axón, que son como brazos que poseen las neuronas, se extienden tratando de conectar más y más neuronas vecinas, de modo que la cadena neuronal se fortalece.
Todas las adicciones y compulsiones conocidas se ajustan a este patrón neuro-energético y es esto precisamente lo que resulta en una resonancia electromagnética.

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Una resonancia es un patrón inconsciente en acción, que manifiesta externamente la realidad con la que está resonando internamente.

Cuando diariamente se usan los mismos patrones de pensamiento, esas relaciones internas son reforzadas, y así se reproduce la misma reacción emocional. Como consecuencia, atraemos externamente las frecuencias que están resonando internamente.

A partir de la repetición de los mismos patrones se construye la imagen de sí, que, como sabemos, es una reacción a heridas emocionales o físicas sufridas en el pasado. Es simplemente una imagen y como tal, no es real, nunca fue real y nunca lo será. Ego, yo inferior, falsa personalidad, falso yo o máscara son otras denominaciones que se usan para definir el mismo concepto.

Trabajando con la memoria celular, hemos descubierto que debajo de todo estado negativo se esconde una motivación positiva. Esto es así aun en el caso de esos dolores físicos o emocionales que desearíamos poder erradicar de nuestras vidas.