Nuestro estado de ser es una respuesta colectiva a los pensamientos, a las sensaciones y a las emociones, en cualquier momento dado. Este estado es el factor que determina, a cada instante, lo que sentimos internamente y también nuestra conducta exterior. Por eso un cambio en cualquiera de los tres componentes (pensamiento, sensación, emoción) dará lugar a muchas combinaciones potenciales y producirá diversos tipos de comportamiento.


Para comprenderlo mejor, podemos comparar el campo energético humano con una burbuja que nos rodease, a la que podemos llamar biosfera o aura. Esta burbuja incluye, entre otros factores, todas las creencias y decisiones internas que condicionan nuestra conducta, así como información que viene de generaciones pasadas.
Todo este material estimula continuamente sensaciones y emociones; eso crea en nuestra biosfera una frecuencia energética dada, que llamamos resonancia, única y exclusiva de cada uno. Si nos habituamos a “sentirnos mal”, esa resonancia atraerá nuevas experiencias de dolor similares a la frecuencia original, que conducirán a más creencias y decisiones negativas, que atraerán más dolor, y así sucesivamente. Así, aunque las experiencias y las personas parezcan diferentes, estaremos vibrando con la misma frecuencia.
Así, las resonancias crean un cuadro imaginario personal, que llamamos falso yo o falsa auto-imagen, que “cuelga frente a nosotros” y nos impide ver la realidad “tal cual es”, como una cortina de humo que todo lo distorsiona. Así, la realidad seguirá cambiando para nosotros en función de la frecuencia de estas resonancias.

Luis Diaz
Extracto del libro La Memoria en la Células

CMR – Cellular Memory Release

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