Me gustaría compartir con ustedes una historia que, aún después de muchos años de haber escuchado por primera vez y recontado infinidad de veces, sigo encontrando como un gran recordatorio e inspiración. Confío en que lo será para ustedes también.

Un hombre hace un viaje largo para ver a su maestro y le dice que su hijo está en condiciones terribles, que los doctores han renunciado a toda esperanza. Sin la intervención de su maestro, el hijo del hombre sin duda morirá.

“¿Hay algo que puedas hacer para ayudarme?” pregunta él. El maestro espiritual reza y medita. El prueba todo lo posible y, finalmente, después de horas de esfuerzo, se dirige hacia su estudiante y le dice. “lo siento, pero las puertas del cielo están cerradas. No hay nada que pueda hacer por tu hijo”.

El hombre está desolado. Se sube a su caballo e inicia su viaje de regreso a casa. Al caer la noche, él escucha el sonido de un caballo galopando detrás suyo; se gira y ve a su maestro. Él piensa que quizá su maestro fue capaz, después de todo, de abrir las puertas del cielo.

“¿Cuáles son las noticias?” pregunta ansiosamente. “lo siento”, le dice el maestro, “las puertas del cielo están todavía cerradas. Pero luego de que te fuiste me di cuenta de que, aunque no te pudiera ayudar con mis rezos y meditaciones, al menos puedo llorar contigo. Por eso he venido”.


Los dos hombres se sentaron juntos sobre una piedra a un lado del camino y lloraron.

La historia, como ha sido contada por maestros espirituales a lo largo del tiempo, concluye felizmente, el niño sanó. Sin embargo, la lección no era acerca de eso, sino acerca de cómo podemos seguir amando y preocupándonos aún cuando pensamos que no hay nada que podamos hacer en la situación.

Creo que todos llegamos a ese punto, ya sea con nuestros amigos, familia, o comunidad, en donde decidimos que no podemos hacer más. No obstante, lo que esta historia nos enseña es que siempre hay algo más que podemos hacer.

Esta semana piensa en gente a quien, por cualquiera que sea la razón, dejaste de ayudar porque pensaste que no había nada más que pudieras hacer por ellos. Encuentra algo más que puedas hacer. No está dicho que puertas pueden abrirse para ellos (y para ti).

Michael Berg

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En consciencia y sanación,

Luis Angel Diaz
www.lamemoriacelular.com

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