Básicamente, se trata de una emoción, que me atrevería a decir, que no ha habido un sólo ser humano del planeta tierra, que no la haya sentido.

Recordemos que somos energía, todo es energía y emoción, es energía en movimiento.

El enojo, es el nombre que le damos a una faceta de esa energía en movimiento. Si retrocedemos en la línea del tiempo de esa energía, vamos a encontrar que antes, cuando aun no tenía tanta fuerza, la podemos distinguir como malgenio o quizás disgusto, que previamente había sido una frustración o quizás un simple malestar y anteriormente había sido una incomodidad. Y si al enojo le agregamos grados de intensidad, pasamos a lo que algunos llaman coraje o tal vez  cólera, luego  furia y si aumenta su fuerza, la llamamos ira, odio… En el fondo, se trata de la misma energía, que varía en su intensidad vibratoria.

¿De qué depende la intensidad vibratoria?

Fundamentalmente, depende de la acumulación de la misma energía. Viene siendo como una avalancha, que inicia con leve movimiento y mientras avanza, va tomando mayor poder y fuerza.

Podemos verlo observando a un bebé. Los bebés, también sienten incomodidad, que puede pasar a malestar e ir escalando como disgusto o enojo si no puede resolver la incomodidad. Por ejemplo, si el bebé tiene hambre y emite señales para intentar satisfacer su necesidad y lo ignoran, quizás comience a llorar o a gritar y si la necesidad sigue insatisfecha, entonces dará alaridos o llorará más intensamente.

Y retornar a su estado natural, será proporcional a la intensidad hasta la que llego. Fíjate en el bebé, si su llanto fue intenso, seguramente habrá sollozo mientras vuelve a la calma o la avalancha va deteniéndose y perdiendo toda su fuerza, hasta que retorna la quietud.

¿Cómo es esto en los adultos?

En los adultos es lo mismo, solo que el adulto YA ha acumulado demasiadas incomodidades y malestares, de manera que, muy rápidamente, la intensidad de la vibración llega al grado del enojo. Al haber guardado esta energía, ella está vibrando allí, aunque la ignoremos.

Para algunas personas, puede parecerles que ellos no se enojan o no lo hacen con facilidad. La verdad, es que todos hemos transitado por esta emoción y la gran mayoría, hemos aprendido a reprimirla o negarla. “No llores, ya está”, “No pasa nada, tranquilo”, “No es para tanto, cálmate”. Aprendimos a desconectarnos de la sensación y la emoción. Esto no significa que dejó de existir, simplemente dejamos de percibirla y creímos que teníamos control.

Si te fijas, estas personas que se creyeron el cuento de “Aquí no pasa nada, todo está bien” seguramente las verás enfermas de cáncer o con alguna enfermedad autodestructiva o  degenerativa.  Ese es el máximo grado de esta energía: la destrucción.

¿Cómo eliminar el enojo? ¿Cómo quitármelo de encima y sacarlo de mi vida?

Partir de la premisa “Eliminar el enojo” significaría amputar una fracción de lo que eres. Significaría hacer lo que hace esta energía: destruir. Es como querer acabar la guerra, con más guerra, lo cual no traerá la calma.

Lo que realmente ha sucedido, es que había una necesidad insatisfecha, se nos prohibió sentirla (satisfacerla) y a cambio, recibiríamos aprobación, afecto, aceptación – que tampoco fue verdad, ni sano condicionarnos – entonces esa energía de malestar se guardó y se fue acumulando  y fuimos perdiendo su origen: ese valor humano que no pudimos ejercer. Puedes verlo en los niños: cuando chico era alegre y pasa un año o dos años y ya ese niño no es tan alegre o espontáneo. Su energía vital, quedó contraída, guardada. De manera que, si eliminamos el enojo, estaríamos eliminando una parte esencial, estaríamos eliminado energía vital y eso no es posible.

Entonces, ¿Qué hacer con el enojo?

Podemos seguir haciendo lo que venimos haciendo por años: saltarnos el paso de sentir. Y sabremos que la energía seguirá escalando a pesar de que nos desconectemos de ella.

O podemos ejercer nuestro diseño divino: sentir, permitirnos experimentar esa energía que simplemente nos estaba diciendo que habíamos perdido un valor importante. Sentir aquello que está contraído y guardado, que le llamamos enojo o frustración o cualquier nombre de su escala, para así recuperar la conexión con ese valor humano perdido y poder disponer de nuestra energía vital.

Lo que sucede, es que nos hemos desconectado tanto del sentir, que hoy creemos que sentimos, pero si te detienes a observar eso, lo que realmente hace la humanidad, es representar un acto de drama, actuar una historia.

En la medida en que puedas diferenciar y separar la historia, el drama, de la energía que se está moviendo a través de tu cuerpo, en esa medida podrás reconectar con el sentir genuino. De eso se trata el Proceso CMR, de Liberación de la Memoria Celular, de desaprender para liberar las contracciones energéticas y ejercer nuestro diseño original.

Pilar Osorio
Facilitadora CMR

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En conciencia y sanación.

 

Luis Díaz

CMR

 

informacion@cellularmemory.org

 

Taller por internet: Cómo liberar el Miedo y el enojo.